Medicina Nóbel

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lunes, 9 de marzo de 2015

"Entre las bambalinas del negocio de los laboratorios medicinales"


En la Argentina, la venta de medicamentos mueve un negocio de más de 50.000 millones de pesos al año, según cifras oficiales. Sin embargo, consultores independientes especializados en el mercado de fármacos aseguran que la cifra es mayor. La facturación alcanzaría 43.000 millones de pesos, sin incluir los fármacos de alto costo, como los oncológicos, las licitaciones y las ventas directas a los hospitales.
En el país, cada año se venden 670 millones de "cajitas" de remedios (el 30% son productos de venta libre), según consigna una conocida consultora internacional. Así muestras gratis, vouchers de grandes tiendas y de casas de electrodomésticos, viajes y hasta dinero en efectivo figuran entre las estrategias que algunos laboratorios utilizan para fidelizar a los médicos considerados como regalías por sus servicios de recetarios, y así lograr que los "lapiceras", apodo de los doctores en éste mundillo, receten los productos que producen y comercializan.
El lado oscuro de la receta médica esconde un verdadero trabajo de inteligencia, y es que ésta preciada "receta" representa el principal ingreso para muchos médicos en ésta poderosa industria, como así lo expresó el titular de un importante laboratorio nacional.
Quizás un sistema descontrolado y los bajos salarios en el área de la salud impiden costearse la participación en congresos o suscribirse a una publicación para estar al día con las novedades en la medicina, muchos caen en la tentación.
En éste sistema, los agentes de propaganda médica (APM) o "valijeros", como se les apoda a los 6000 visitadores que registra la Asociación de Agentes de Propaganda Médica (AAPM), operan como engranajes perfectos: ellos hacen que las "lapiceras" funcionen y firmen recetas con los fármacos que se traducen en ganancias millonarias.

 Aunque existe una ley por la que los médicos deben indicar un producto por su nombre genérico, sólo un 13% lo hace y la mayoría incluye la marca. Ésto responde también a una falta de confianza en la calidad de los genéricos que el Estado no controla y erradica, que la industria farmacéutica aprovecha.
A los médicos considerados "referentes" se los conoce como "lapiceras gordas" y existen 22 fuentes que actúan en éste engranaje donde un laboratorio con capacidad de investigación y desarrollo puede invertir un 20% de su presupuesto en la fidelización de los médicos y la promoción de sus productos. Un visitador con diez años de experiencia gana entre 12.000 y 70.000 pesos por mes y el que mejor paga es un laboratorio nacional, cuyo nombre suele verse en pequeños carteles de pasillos de muchos hospitales. Para eso, los laboratorios necesitan detectar a los médicos que más recetan un fármaco.
Si el producto es de la competencia, se activa la etapa de seducción, y la estrategia más común para obtener ésos datos es la compra de informes de las auditorías a las farmacias. Ésos documentos revelan quiénes son los médicos más "útiles" en cada especialidad, y la otra opción está en manos de los visitadores, un ejército de traje y corbata en el que cada vez se ven más faldas llevando repletas bolsas con muestras, obsequios o insumos de oficina, cada mañana al recorrer los pasillos de los hospitales y por la tarde se ocupan de los consultorios privados, así consiguen visitar no menos de 15 o 20 médicos por día.
Ésa estrategia le permitió a un laboratorio nacional detectar a un oftalmólogo muy reconocido que trabaja en el barrio porteño de Recoleta recetaba un fármaco "de la competencia" lo tentaron con cursos en el exterior y la mayoría de los destinos eran ciudades puramente turísticas y su familia podía acompañarlo ésos 15 días all inclusive.
A los médicos más jóvenes siguen en importancia con por lo menos diez años de antigüedad, y la oferta incluye viajes al exterior y vouchers de compras en computadoras, televisores y equipos de audio que están entre los objetos más demandados.
En un ranking elaborado de acuerdo con fuentes de los laboratorios, las especialidades más vulnerables son la dermatología, la traumatología, la reumatología, la oncología y la urología.

El intercambio de "servicios" puede incluir dinero que se deposita en una cuenta personal o se entrega con un cheque. En 2012, un laboratorio de primera línea destinó mensualmente 20.000 pesos a un médico de una institución privada bonaerense. Médicos que recibieron éstos ofrecimientos detallaron, a cambio de no ser identificados, que ése portafolios de compensaciones también incluye fiestas privadas en yates, despedidas de año (con o sin servicio de acompañantes), el armado de una fundación para disimular la transferencia de cuantiosos fondos ó el ofrecimiento de convertirse en "investigador" de un ensayo clínico con sólo reclutar pacientes para ése estudio.
Frente a éste escenario, el Código de Ética para el Equipo de Salud de la Asociación Médica Argentina (AMA) y la Sociedad de Ética en Medicina establece que "los miembros del equipo de salud deberán abstenerse (...) de recibir privilegios o dádivas por el asesoramiento en la compra de material de uso médico o por recetar determinados productos médicos". Antes, aclara que es "una falta grave a la conducta ética la inducción, por parte de empresas y/o laboratorios, al uso de ciertos medicamentos o equipos biotecnológicos médicos con la promesa de dádivas o recompensas". Entonces, ¿los laboratorios no incentivan a los médicos?
José Charreau, secretario de Acción Social de la AAPM, no dudó: "La respuesta es sí, los incentivan". Y agregó: "La industria manifiesta que se autocontrola con códigos de ética propios que incumple sistemáticamente". En realidad, es un argumento político para evitar leyes que regulen el mercado y la promoción de fármacos.
Los visitadores médicos rechazamos éstas prácticas corruptas. En todas las provincias se elaboraron leyes de profesionalidad, en las que la AAPM estuvo desde su génesis, y establecen que la promoción de los medicamentos debe regirse por pautas éticas y científicas, sin inducciones económicas, viajes, prebendas o regalías. Pero "con un Estado en mal estado, sin funcionarios relevantes que puedan difundir normas éticas que debieran respetar los APM, los médicos y las empresas, y la industria que declara en el exterior que no va a sobornar más médicos, acá parece ser que no hay sobornos" -señaló-. ¿Hay médicos que trabajan honestamente? Sí. ¿Hay médicos que quieren y tienen otra ética? Sí. El problema es que ya son minoría." y los dineros que se pierden o se malgastan, ya sea por falta de políticas o por hechos de corrupción, afectan las prestaciones que reciben los pacientes.
Las empresas y los laboratorios incentivan a los médicos a utilizar sus productos, aún cuándo los sistemas de cobertura contemplan la provisión de insumos de iguales características que cumplen con todos los protocolos clínicos. Se necesita la regulación del sistema ya que si la industria puede tomar la información de mi receta en la farmacia ó ir a visitar médicos para fortalecer la prescripción a cambio de dinero, el sistema está contribuyendo con el productor, no con el paciente, y en ésa lógica colocó a la industria en la fabricación, la distribución, la gestión de convenios y la fijación de normas de reconocimiento de tratamientos de alto costo estimulando la corrupción o el soborno. ¿Y entonces ante ésta situación estamos esperando que se modifique la ley ...?".

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